sábado, agosto 19, 2006

Mudanza

Cambié de lugar mi blog. Los que aún no lo visitaron hagánlo.
  • Aquí estoy ahora
  • jueves, agosto 10, 2006

    Un día de miércoles, y sin embargo…

    Miércoles 9 de agosto, habiendo comprado la entrada, lamento el día que me tocó para viajar a Capital, siendo las 17.20 hs aproximadamente, junto coraje, me pongo el piloto, no me olvido del libro que estoy leyendo ( olvidarme de un libro como La misteriosa llama de la reina Loana, de Umberto Eco, puede ser paradójico) y emprendo el viaje. La autopista permite que llegue pronto, durante el viaje leo un capítulo más del libro y duermo unos minutos. Desciendo del micro, cruzo la avenida más ancha del mundo (esa también es nuestra) y comienzo a disfrutar del placer de caminar por la Calle Corrientes. Me prohibo entrar a cualquier librería, primero debo retirar la entrada. Empiezo a observar los personajes porteños, los turistas, los mendigos, los que promocionan sus espectáculos, la señora que me ofrece sus poesías por unas monedas. Llego al Teatro gral San Martín, voy directo a las boleterías, me entregan la entrada, ya está en una hora o un poco más empezaré a ver Rey Lear. Tengo tiempo todavía, salgo a la vereda, prendo un cigarrillo y sigo observando a los que pasan. Tal vez sin saber como es tu rostro, te busco, segura de que no estarás allí.
    Vuelvo a entrar, compro dos revistas de teatro. Miro alguna de las fotos que están expuestas, me siento un rato en las escalinatas. Al rato nos sacan de allí en un minutos dan sala. Entro casi primera y me ubico en mi butaca, no estoy cerca, pero está bien, la sala es imponente. Comienza la tragedia Shakespireana, por momentos no puedo creer estar allí, la actuación de Alejandro Urdampilleta, es soberbia. El modo en que está encarada la obra también me agrada. Las dos horas y media que dura el espectáculo no me agota, al contrario, cada minuto se tiñe de alguna sensación distinta, risa, emoción, envidia por que no. Mi día había cambiado.
    Cuando volví a caminar por calle Corrientes, la luna ya estaba sobre ella. Solo restaba volver a casa. Aprovechar un poco el viaje para acumular horas de sueño y no mucho más.
    Llegué a casa, ya era el día que aún transito. Me conecto a Internet e intento comprar entradas para ver a Joaquinito, lo logro después de varios intentos fallidos. Persevera y triunfarás. Me duermo feliz.
    Hoy en cambio no ha sido un gran día, pero bueno. Intentaré hacer que estos recuerdos no se borren para volver a ellos en estos momentos.
    Mañana será otro día. A la noche, saldré a presentar Copetines Deliciosos II. La función debe continuar. ( en este preciso instante estoy escuchando Incluso en estos tiempos de Sabina, paradoja nro 2).